Sugata Mitra (II parte): «La educación es un sistema auto-organizado en el que el aprendizaje es un fenómeno emergente»
Grandioso de nuevo Sugata Mitra, que nos trae la segunda parte de sus investigaciones sobre el aprendizaje auto-dirigido por niños. Los resultados obtenidos en estas últimas experiencias, que no dejan de ser asombrosas incluso para quienes ya creíamos en la capacidad de autoregulación y del aprendizaje auto-dirigido, corroboran una vez más algo que viene siendo defendido desde largo por un sector importante, aunque minoritario y al margen del «mainstream» educativo, en este último siglo, y que no es otra cosa que los niños son seres curiosos por naturaleza y que su mayor afán no es otro que conocer y aprender de su entorno a la mínima oportunidad que tienen.
Y para ello, según Sugata, cuanto menos intervengamos los adultos mejor, (educación mínimamente invasiva, acuñó Sugatra), limitandonos a estar ahí para acompañarles, dejandoles hacer, o como mucho, poniendo las condiciones para que ellos mismos recorran el camino por sí solos. La novedad aportada por Sugata estriba en comprobar cómo las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, para los cuales los niños actuales parecen estar dotados de manera innata, (nativos digitales, les llaman), acentúan la capacidad de recorrer este trayecto, facilitando las cosas exponencialmente con respecto a lo que suponían los materiales clásicos de aprendizaje. A esto hay que añadir que los resultados obtenidos aportan una esperanza para acercar la educación y los aprendizajes a millones de niños y jóvenes de todo el mundo con los solos requisitos de disponer de un ordenador, conexión a internet y un entorno mínimamente propicio.
Pero sin duda lo más sorprendente de sus conclusiones es la visión que aporta de la educación como un sistema auto-organizado, es decir, con las características de un sistema vivo, cuyo fenómeno emergente es nada más y nada menos que el aprendizaje mismo. Lo cual viene a redundar en la idea de que el aprendizaje es un fenómeno esencialmente social que requiere de una interacción con otros, (en este caso grupos espontaneos de niños en torno a un ordenador). Por otra parte vendría a conectar con la cada vez mayor importancia que están adquiriendo las investigaciones y la prespectivas sobre la inteligencia social y el trabajo colaborativo en un mundo interconectado, donde hay un excedente de conocimiento, y lo relevante ya no es tanto la acumulación del mismo, como la habilidad para establecer las conexiones precisas para encontrarlo y la capacidad para trabajar en equipo. Grandioso Sugata.
Gracias por esta maravillosa entrada
Alejandro
Gracias a ti Alejandro, un abrazo
Josu